viernes, 15 de marzo de 2013

Recurrencia

"Debo anunciar antes de empezar, que no soy el administrador de este blog ni su habitual escritor: mi nombre es Iván Skroce y, ahora que vuelvo a ser partícipe y no sólo usuario de internet, en lo sucesivo (cada viernes) discurriré mis adocenados pensamientos en este espacio. Debe entenderse que esto obedece principalmente a la necesidad de una válvula de escape para lo que sea que ocurre en mi mente. 
Empezaré hablando un poco de la actualidad a la cual como venezolano no puedo escapar. Hace diez días murió, o así se nos dijo, un hombre (aunque algunos lo anuncien como algo más) y, si bien nunca compartí sus ideas, me ha parecido una atrocidad, indeseable incluso a los enemigos, todo el circo armado alrededor de este suceso. Más repudiable lo hace el que los realizadores sean quienes dicen defender la memoria y el proyecto del hombre. Y si además consideramos que a él le parecía una cosa de degenerados el acto de exponer cadáveres, la hipocresía transluce aún más. Es deplorable que el señor Maduro use tan pérfidamente la memoria, el nombre y hasta el cuerpo de Hugo Chávez; y como guinda del pastel, el hombre bandera de la oposición para estas elecciones, Henrique Capriles, si bien de un modo más solapado, comete actos de un genero parecido. Los muertos se pudren, si no los entierras huelen mal y corremos el riesgo de enfermarnos los vivos; esa es la razón por la cual enterramos a los muertos. Aquí van diez días que no lo hacemos, pero contrario a los hechos narrados por la frase anterior, somos los vivos los que nos hemos empezado a pudrir. Por otra parte, aún cuando se supone que este es un país de convicciones democráticas, donde el ciudadano es el soberano, parece que alcanzar cargos públicos importantes te confiere mayores derechos, tanto en vida como al acabarse esta. Sin ánimos moralistas incurro en la bastante gastada expresión “todas las muertes son igual de malas”, que en este país tiene un cariz distinto si consideras que en promedio durante los últimos tres años han muerto 20.000 personas cada año por causas violentas. Es cuestión de cordura y equilibrio: una muerte ha causado la inactividad e improductividad del país por más de una semana, las otras apenas son una estadística. Vemos usualmente en esta clase de problemas (y los otros también) una prueba de que los políticos venezolanos no sirven, y no es que se pueda afirmar lo contrario, pero esa frase es una insensatez. Se elegirá en un mes otro presidente pero el país seguirá igual de mal sin importar quien gane porque el problema no son los políticos, somos todos nosotros los venezolanos.  
Saltemos a otro tema que sea menos vergonzoso que el ocupado en el párrafo anterior. En la antigüedad, Claudio Ptolomeo describió un sistema solar en el cual la Tierra ocupaba el centro, la luna, el sol y las estrellas giraban en torno a esta siguiendo trayectorias circulares, pero los demás planetas seguían trayectorias epicíclicas; esto es, giraban en círculos alrededor de un centro que giraba él mismo alrededor de la Tierra siguiendo su propia trayectoria circular. Tras más de dieciocho siglos hemos logrado una mayor comprensión de la configuración del sistema solar. Incluso ya hace siglos que fue aceptado el hecho de que la Tierra gira alrededor del sol 
No es que en la época de Ptolomeo la gente tuviese un nivel intelectual menor, sólo querían compaginar sus ideas con sus observaciones. Ellos observaban que los planetas erraban en trayectorias extrañas al ser vistos desde la Tierra, no seguían el patrón circular de los cielos, que para ellos era el patrón perfecto. Cegados por estas suposiciones (la perfección del circulo y el geocentrismo) los griegos aceptaron el modelo Ptolemaico, ya que se correspondía mejor con sus creencias. Ciertamente el sistema era lo suficientemente funcional, describía y predecía (en cierta medida) el movimiento de los planetas. En situaciones como esta se han encontrado a lo largo de la historia diversos ámbitos del conocimiento humano. 
Esta obnubilación es típica de nosotros los humanos al ir en busca de “la verdad” y nos guía hacia ideas absurdas en muchas ocasiones. Embutimos nuestras ideas en la realidad hasta que cuadren satisfactoriamente, así tengamos que echar mano a recursos raros y rebuscados como una trayectoria epicíclica. Hoy en día mucha gente hace eso en todos los aspectos de la vida humana, desde las ciencias hasta la vida diaria. Esto hay que cambiarlo, cambiar un poco esa actitud natural: cuando encuentres una explicación a una duda que tenías, bien sea que la hayas encontrado tú o que la haya encontrado otro, examínala con ojos críticos, y aunque te parezca satisfactoria, si te parece demasiado complicada, empieza la búsqueda de otra solución más elegante. Y tampoco quiero decir que esto sea una fórmula para alcanzar “la verdad” que ansiamos, no lo es; pero al menos evita que nos estanquemos en el mediocre pantano de la conformidad. Entiéndase además que cuando recomiendo este procedimiento lo que quiero promover es la crítica, hacia los demás y hacia uno mismo, y este pensamiento crítico hay que aplicarlo en casi todo lo que se haga: desde política hasta gustos artísticos, desde el pensamiento científico al filosófico. Aunque esto hay que manejarlo con moderación, la crítica ciega y sin argumentación engendra el caos. A todos nos gusta la comodidad, tener certeza de lo que sabemos, pero es conveniente buscar un equilibrio entre la cómoda aceptación y la desordenada crítica."

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