Ella vive siempre,
aunque aquel con menor percepción no lo crea.
Ella siempre está ahí.
Ella se mueve por todos lados,
y tiene la gracia de hacer llorar hasta al más fuerte.
O de robarle una sonrisa al más amargado.
Ella tiene la posibilidad de mover masas,
y de hacer dormir hasta a la más dulce criatura.
Y tiene la posibilidad de sacar a bailar hasta al mismísimo Papa.
Y eso que es curioso imaginarse al Papa bailando.
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